Una collera, un horcate, un arado de vertedera de hierro, un burro, andaluz por la «grasia» de Dios, y un par de gañanes, novatos para más señas, dirigidos por un auténtico y veterano maestro del uso de la Ganga, que es el nombre con el que se conoce por estos lares al conjunto de arado y varales con los que se conecta a la bestia…
Las primeras besanas, o surcos, salieron torcidas. Al principio el arado iba por donde quería, y el burro, a veces Charcón, sobre todo, y otras Nevero, sobre menos, también. Poco a poco, con los consejos y los ejemplos prácticos de Manuel, la cosa se fue enderezando. Los gañanes, Antonio y Jesús, el arriero, aprendieron, los burros también, que sudaron lo suyo.
Luego, a voleo, como siempre se hizo, sembramos las semillas, algo tarde pero la dicha será buena, y en poco tiempo el Ballico y la Avena germinarán para convertirse en cosecha y «verde» para nuestros burros, que la cagarán en forma de estiércol para volver a la tierra cuando volvamos a ararla…Y así el ciclo se completará. Arar, sembrar, cosechar, estercolar, arar….
Un día emocionante, lleno de energía, de sonidos y olores ancestrales…y de felicidad, mucha felicidad por estar en contacto con la madre tierra, los animales y las buenas personas.
Y a la mañana siguiente la madre naturaleza nos envió un regalo en forma de lluvia, agua que regó el sembrado…
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Ole!!, ole!! y oléee!!
Entiendo perfectamente lo de la felicidad...
Gracias, Javier...ya sabes lo siguiente que tienes que hacer con tus burros...a uncirlos con el arado :)
Un saludo arriero
Rubio Ditero ;) muchas gracias. Seguro que algún día conseguirás estar donde quieres estar y como quieres estar...Pero hombre, no me tengas como referencia, que eso es mucha responsabilidad para un aprendiz de arriero. Un abrazo
Jesús, eres mi referencia a seguir, enhorabuena por tu proyecto, espero algún día seguir tus pasos.