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El pasado sábado, uno cualquiera de enero del año 13 del siglo XXI, nos pusimos manos a la obra y al arado y trabajamos la tierra al modo tradicional, que arar lo que se dice arar lleva el hombre haciéndolo con bestia desde casi sus albores.
Una collera, un horcate, un arado de vertedera de hierro, un burro, andaluz por la «grasia» de Dios, y un par de gañanes, novatos para más señas, dirigidos por un auténtico y veterano maestro del uso de la Ganga, que es el nombre con el que se conoce por estos lares al conjunto de arado y varales con los que se conecta a la bestia…
Las primeras besanas, o surcos, salieron torcidas. Al principio el arado iba por donde quería, y el burro, a veces Charcón, sobre todo, y otras Nevero, sobre menos, también. Poco a poco, con los consejos y los ejemplos prácticos de Manuel, la cosa se fue enderezando. Los gañanes, Antonio y Jesús, el arriero, aprendieron, los burros también, que sudaron lo suyo.
Luego, a voleo, como siempre se hizo, sembramos las semillas, algo tarde pero la dicha será buena, y en poco tiempo el Ballico y la Avena germinarán para convertirse en cosecha y «verde» para nuestros burros, que la cagarán en forma de estiércol para volver a la tierra cuando volvamos a ararla…Y así el ciclo se completará. Arar, sembrar, cosechar, estercolar, arar….
Un día emocionante, lleno de energía, de sonidos y olores ancestrales…y de felicidad, mucha felicidad por estar en contacto con la madre tierra, los animales y las buenas personas.
Y a la mañana siguiente la madre naturaleza nos envió un regalo en forma de lluvia, agua que regó el sembrado…
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4 Rebuznos en Arando con nuestros burros en la Huerta el arriero